Capital Social y Bienestar Mental en un Mundo Sostenible

El capital social representa un elemento crítico dentro de la base social del marco de la Economía del Donut que juega un papel vital en la configuración de los resultados de salud mental. Las redes, las relaciones, la confianza y la cohesión social que existen dentro de las comunidades han surgido como determinantes significativos de la salud mental en diversas poblaciones y contextos12. El concepto abarca tanto elementos cognitivos (percepciones de confianza y reciprocidad) como componentes estructurales (participación social y redes), contribuyendo cada uno de manera única al bienestar mental34.

La perspectiva de la Economía del Donut conceptualiza un “espacio seguro y justo” para la humanidad entre las bases sociales y los techos ecológicos, donde la salud mental representa un componente clave de esta base social, esencial para el bienestar individual y el funcionamiento de la sociedad56. La investigación de la relación entre el capital social y la salud mental proporciona una comprensión de cómo el fortalecimiento de las conexiones sociales podría abordar los desafíos de la salud mental dentro de los marcos de desarrollo sostenible, particularmente en relación con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 3 de la ONU (Buena Salud y Bienestar)57.

La evidencia actual explora el contexto histórico, las condiciones presentes, las tendencias futuras, los desafíos y las oportunidades relacionadas con el capital social y la salud mental. Estos conocimientos informan políticas e intervenciones que mejoran el capital social para apoyar la salud mental respetando los límites ecológicos.

La Evolución del Capital Social como un Constructo de Salud Pública

El concepto de capital social ha evolucionado significativamente en las últimas décadas, pasando de aplicaciones principalmente económicas a ser reconocido como un determinante social clave de la salud. Pierre Bourdieu, James Coleman y Robert Putnam establecieron los conocimientos fundamentales del capital social, mientras que su conexión específica con la salud mental ganó prominencia a finales de la década de 1990 y principios de la de 200028.

La investigación inicial que exploraba estas conexiones a menudo carecía de consistencia metodológica, con definiciones y mediciones variables del capital social que complicaban las comparaciones entre estudios19. Los primeros estudios examinaron predominantemente las asociaciones en lugar de los mecanismos causales, encontrando con frecuencia correlaciones entre conexiones sociales más fuertes y mejores resultados de salud mental, aunque la magnitud de los efectos era modesta110.

La Organización Mundial de la Salud incorporó gradualmente los determinantes sociales, incluidos los aspectos del capital social, en sus marcos de salud mental durante este período. Creció el reconocimiento de que la salud mental se extiende más allá de la psicología individual para abarcar factores sociales, económicos y ambientales57. A principios de la década de 2010, el capital social se había establecido en la literatura de salud pública como un constructo multidimensional con implicaciones potenciales para las intervenciones de salud mental28.

El desarrollo histórico fue paralelo a la creciente conciencia mundial sobre la salud mental como un problema crítico de salud pública. La evolución de este campo de investigación ha contribuido a la comprensión contemporánea de que las conexiones sociales y la cohesión comunitaria no son simplemente componentes beneficiosos, sino potencialmente necesarios, de las estrategias de promoción de la salud mental56. Esta trayectoria histórica ha posicionado al capital social como una consideración importante dentro de enfoques más amplios de desarrollo sostenible, incluido el énfasis del marco de la Economía del Donut en las bases sociales.

La Base de Evidencia Contemporánea: Mecanismos, Disparidades y Resiliencia

La investigación demuestra consistentemente que el capital social cognitivo (confianza, valores compartidos, reciprocidad) y el capital social estructural (participación social, redes) influyen en la salud mental a través de vías distintas pero complementarias311. Los metaanálisis revelan que ambas formas se relacionan significativamente con resultados positivos de salud mental, aunque las dimensiones cognitivas suelen demostrar asociaciones más fuertes18. Una revisión sistemática de la investigación sobre la depresión encontró que múltiples estudios informaron una asociación inversa entre el capital social cognitivo y los síntomas depresivos, lo que sugiere que las percepciones de confianza y reciprocidad brindan una protección particular contra los trastornos del estado de ánimo211.

La evidencia de estudios transversales indica que las personas que reportan niveles más altos de confianza interpersonal, participación social y apoyo social experimentan tasas más bajas de ansiedad, con niveles medios de confianza interpersonal asociados a un riesgo de ansiedad 33.2% menor en adultos mayores34. La relación parece ser robusta en diversos contextos culturales, aunque la fuerza de las asociaciones varía según el resultado específico de salud mental y las características de la población311.

Los beneficios del capital social para la salud mental se distribuyen de manera desigual entre los grupos demográficos. La investigación destaca una vulnerabilidad particular entre las mujeres, los jóvenes, las personas con bajos ingresos y aquellos con una mala autopercepción de la salud, quienes experimentan mayores desafíos de salud mental312. Sin embargo, el capital social parece ofrecer un efecto protector de amortiguación para algunos grupos vulnerables, ya que las mujeres experimentarían aún más miedo y estrés en comparación con los hombres si no fuera por sus niveles típicamente más altos de capital social123.

Los adultos mayores con alto capital social demuestran probabilidades de salud mental 5.73 veces más altas que aquellos con bajo capital social, lo que indica efectos particularmente fuertes en las poblaciones que envejecen313. La relación sigue siendo significativa incluso después de controlar diversas variables demográficas y de salud, lo que sugiere que el capital social representa un factor protector independiente para el bienestar mental en la vejez311.

La pandemia de COVID-19 ha proporcionado un experimento natural para examinar los efectos protectores del capital social durante las crisis sociales. Los estudios longitudinales revelan que el capital social previo a la pandemia, particularmente la cohesión social y la reciprocidad a nivel individual y comunitario, redujo significativamente las probabilidades de desarrollar síntomas depresivos durante la pandemia1312. Entre los adultos mayores japoneses, aquellos con una mayor cohesión social a nivel individual antes de la pandemia demostraron un 21% menos de probabilidades de depresión durante la pandemia, mientras que la reciprocidad a nivel comunitario se asoció con un 7% menos de riesgo134.

El efecto protector persistió incluso cuando el capital social disminuyó durante las restricciones de la pandemia, lo que sugiere que los recursos sociales preestablecidos brindan beneficios continuos para la salud mental durante las interrupciones del funcionamiento social normal1312. Estos hallazgos destacan el papel potencial del capital social en la construcción de la resiliencia de la salud mental para futuros desafíos sociales, incluidos los eventos relacionados con el clima y otras emergencias de salud pública136.

Los datos actuales indican una crisis de salud mental significativa, particularmente en las naciones desarrolladas. En los Estados Unidos, uno de cada cinco adultos informó haber experimentado síntomas de ansiedad y depresión en 2023, y los jóvenes se vieron afectados de manera desproporcionada: dos de cada cinco estudiantes de secundaria informaron sentimientos persistentes de tristeza o desesperanza56. La situación representa una continuación de las tendencias preocupantes observadas antes de la pandemia de COVID-19, con las muertes por drogas, alcohol y suicidio más que duplicándose entre 2000 y 201757.

La crisis ocurre en medio de un creciente reconocimiento de que los determinantes sociales, incluido el capital social, desempeñan un papel crucial en los resultados de la salud mental. El desafío es particularmente agudo dada la evidencia de que tanto el capital social como la salud mental se distribuyen de manera desigual entre las poblaciones, con las consiguientes implicaciones para la equidad en salud y el desarrollo sostenible56. Estos patrones subrayan la urgencia de desarrollar e implementar intervenciones que aprovechen el capital social para abordar los desafíos de la salud mental dentro de un enfoque integral de salud pública.

Desarrollos Prospectivos en Políticas, Tecnología y Resiliencia

Los enfoques futuros de salud mental reconocen cada vez más al capital social como un componente crítico de los marcos de políticas efectivos. El informe insignia del Banco Mundial, The Changing Wealth of Nations, por primera vez enfatiza la importancia del capital social para la sostenibilidad, lo que representa un avance importante en los esfuerzos internacionales para medir el progreso más allá del PIB146. La tendencia señala una creciente conciencia de que la confianza, las normas sociales y la cohesión comunitaria son activos esenciales con capacidad para mejorar tanto el desempeño económico como los resultados de bienestar147.

La OCDE ha identificado políticas de “ganar-ganar” que apuntan simultáneamente a la salud mental y a objetivos económicos, sociales y ambientales más amplios614. Estos enfoques integrados reconocen que las políticas de salud mental se extienden más allá de los sistemas de atención médica para abarcar el desarrollo del capital social a través de la construcción de comunidades, la inclusión social y el fomento de la confianza65. Es probable que la innovación en políticas continúe centrándose en los determinantes sociales ascendentes en lugar de abordar exclusivamente los síntomas a través de intervenciones clínicas tradicionales67.

Las tecnologías en avance presentan tanto oportunidades como desafíos para el capital social y los resultados de salud mental relacionados. Las plataformas digitales pueden ampliar el acceso a redes sociales y comunidades de apoyo, beneficiando potencialmente a personas con movilidad limitada o aislamiento geográfico512. Sin embargo, la investigación indica efectos mixtos, con algunos estudios que sugieren que las conexiones en línea pueden no proporcionar la misma calidad de capital social o beneficios para la salud mental que las relaciones en persona123.

Los desarrollos tecnológicos futuros pueden ofrecer formas innovadoras de medir y mejorar el capital social, como el uso de huellas digitales para evaluar las características de las redes sociales o la implementación de intervenciones de construcción de comunidades a través de aplicaciones móviles56. El desafío sigue siendo equilibrar el avance tecnológico con la preservación de conexiones personales significativas que contribuyen al bienestar mental612.

La investigación emergente se centra cada vez más en cómo el capital social contribuye a la resiliencia de la salud mental en lugar de simplemente prevenir trastornos. Los estudios durante la pandemia de COVID-19 encontraron que el capital social preexistente brindaba una protección significativa contra los impactos negativos en la salud mental, lo que sugiere que los recursos sociales desarrollan la capacidad para resistir los factores estresantes1312. El énfasis en la resiliencia se alinea con la concepción de la Economía del Donut de crear sistemas que puedan adaptarse y prosperar dentro de espacios operativos seguros146.

Las tendencias futuras apuntan hacia intervenciones que desarrollan proactivamente el capital social en las comunidades antes de que ocurran las crisis, reconociendo que los recursos sociales establecidos durante períodos estables proporcionan amortiguadores psicológicos críticos durante las interrupciones137. El enfoque preventivo apoya la sostenibilidad a largo plazo de los sistemas de salud mental al reducir la demanda de servicios agudos impulsada por las crisis65.

Desafíos Críticos: Medición, Intervención y Barreras Sistémicas

A pesar de la extensa investigación, persisten desafíos significativos para establecer definiciones y mediciones estandarizadas del capital social en contextos de salud mental19. Los estudios emplean diversas conceptualizaciones, desde evaluaciones de confianza individual hasta métricas de participación social a nivel comunitario, lo que dificulta las comparaciones entre estudios y los metaanálisis28. La inconsistencia complica los esfuerzos para determinar qué dimensiones específicas del capital social influyen más fuertemente en los diferentes resultados de salud mental19.

Las limitaciones metodológicas restringen aún más la comprensión, ya que muchos estudios se basan en diseños transversales que no pueden establecer la causalidad215. La posible relación bidireccional entre el capital social y la salud mental presenta desafíos particulares; una mala salud mental puede reducir la capacidad de construir y mantener conexiones sociales, creando ciclos de retroalimentación que son difíciles de desenredar en la investigación311.

La evidencia de la efectividad de las intervenciones de capital social dirigidas específicamente a los resultados de salud mental sigue siendo limitada y no concluyente1516. Una revisión sistemática de las intervenciones basadas en el capital social encontró que, si bien tanto las puntuaciones de capital social como los resultados de salud mental generalmente mejoraron con el tiempo, había poca evidencia de beneficio en comparación con los grupos de control a largo plazo1516. Los enfoques de intervención actuales pueden ser insuficientemente poderosos o las herramientas de medición pueden no capturar cambios significativos154.

La sostenibilidad de los efectos representa otro desafío significativo. Muchas intervenciones demuestran impactos positivos iniciales que disminuyen con el tiempo, lo que indica dificultades para mantener las mejoras del capital social y sus beneficios para la salud mental1516. El número limitado de estudios experimentales de alta calidad restringe aún más las recomendaciones basadas en evidencia para diseños de intervención efectivos154.

El capital social se distribuye de manera desigual entre las poblaciones, con implicaciones significativas para la equidad en la salud mental312. Los grupos marginados a menudo tienen un acceso reducido a los recursos de capital social debido a barreras sistémicas que incluyen la discriminación, la segregación y las restricciones económicas35. La disparidad agrava las disparidades de salud mental existentes, ya que aquellos con mayor necesidad de conexiones sociales protectoras pueden tener el menor acceso a ellas512.

La relación entre el capital social y la salud mental ocurre dentro de contextos sociopolíticos más amplios que dan forma a la distribución de recursos y el acceso a entornos de apoyo76. Abordar estos determinantes estructurales requiere enfoques integrales más allá de las intervenciones a nivel individual, sin embargo, tales cambios sistémicos enfrentan importantes obstáculos políticos y económicos57. Existe un desafío fundamental para lograr resultados equitativos en salud mental únicamente a través de la mejora del capital social56.

Vías Estratégicas para la Intervención y la Mejora

Existen oportunidades significativas para aprovechar los enfoques basados en la comunidad que simultáneamente construyen capital social y promueven el bienestar mental76. Las intervenciones a nivel comunitario que fomentan la confianza, la reciprocidad y la participación social pueden crear mejoras sostenibles en los entornos sociales que apoyan la salud mental47. Estos enfoques se alinean con la Economía del Donut al fortalecer las bases sociales mientras que generalmente requieren menos intervenciones clínicas intensivas en recursos146.

Ejemplos prometedores incluyen proyectos de vecindario que crean espacios compartidos para la interacción social, programas de educación comunitaria que construyen conocimiento colectivo sobre la salud mental y procesos de toma de decisiones participativos que mejoran el sentido de propiedad de la comunidad156. Tales iniciativas pueden ser particularmente valiosas en entornos de recursos limitados donde los servicios especializados de salud mental son escasos, ofreciendo alternativas rentables que se basan en las fortalezas existentes de la comunidad74.

Los sistemas de atención médica reconocen cada vez más las oportunidades para integrar las consideraciones del capital social en los servicios de salud mental56. La integración incluye el desarrollo de iniciativas de “prescripción social” que conectan a los pacientes con recursos y actividades comunitarias, la implementación de enfoques terapéuticos grupales que construyen redes de apoyo entre pares y la capacitación de proveedores de atención médica para evaluar y abordar el aislamiento social54.

La OCDE ha identificado políticas específicas de “ganar-ganar” que unen los servicios de salud mental con el desarrollo del capital social, incluido un mayor acceso a los programas de asistencia social y la integración del apoyo de salud mental en los servicios de desempleo614. Tales enfoques reconocen que la atención de salud mental efectiva se extiende más allá de los límites clínicos tradicionales para abarcar los determinantes sociales65. La implementación de estos modelos integrados ofrece el potencial para una promoción de la salud mental más holística y efectiva dentro de las estructuras de atención médica existentes64.

La investigación identifica oportunidades particulares para las intervenciones de capital social entre las poblaciones vulnerables que pueden experimentar tanto mayores riesgos de salud mental como un menor acceso a recursos sociales protectores34. Los estudios sugieren que las intervenciones preventivas destinadas a mejorar la salud mental de los refugiados pueden ser más efectivas cuando se dirigen tanto al capital social como al sentido de coherencia desde una etapa temprana después de la llegada a los países de acogida47.

Las intervenciones de capital social son prometedoras para abordar el aislamiento social y los desafíos de salud mental entre los adultos mayores313. Durante la pandemia de COVID-19, la investigación japonesa encontró que fomentar la cohesión social y la reciprocidad redujo significativamente el riesgo de depresión en las poblaciones que envejecen, lo que sugiere enfoques específicos para este grupo demográfico133.

Estas oportunidades específicas permiten una asignación eficiente de recursos al centrarse en las poblaciones con mayor probabilidad de beneficiarse de la mejora del capital social, al tiempo que se abordan las inequidades existentes en los resultados de salud mental412. Al considerar las necesidades y contextos específicos de la población, las intervenciones se pueden adaptar para lograr la máxima efectividad dentro de estrategias más amplias de promoción de la salud mental47.

Síntesis con la Economía del Donut: El Capital Social como Requisito Fundamental para un Espacio Justo y Seguro

El capital social constituye un elemento fundamental de la base social dentro del marco de la Economía del Donut, proporcionando la infraestructura relacional que apoya el bienestar mental146. La confianza, la cohesión social y las conexiones comunitarias crean entornos donde las personas pueden satisfacer sus necesidades psicológicas mientras contribuyen a la resiliencia colectiva147. Estos recursos sociales permiten a las comunidades abordar los desafíos de la salud mental sin requerir necesariamente un consumo intensivo de recursos, lo que se alinea con el énfasis del modelo en satisfacer las necesidades humanas de manera eficiente146.

La investigación demuestra cómo el capital social contribuye a múltiples aspectos de la base social simultáneamente, no solo mejorando la salud mental sino también potenciando otras dimensiones, como la educación, la voz política y la equidad social147. Las comunidades con niveles más altos de confianza y reciprocidad demuestran una mayor capacidad de acción colectiva para abordar los desafíos compartidos, incluido el estigma de la salud mental y el acceso a los servicios47. El impacto multidimensional ejemplifica cómo el fortalecimiento de un aspecto de la base social puede crear efectos indirectos positivos en otras dimensiones146.

El concepto de la Economía del Donut de un “espacio seguro y justo” para la humanidad proporciona un marco valioso para comprender cómo el capital social contribuye a resultados sostenibles de salud mental146. El capital social ayuda a definir el límite inferior de este espacio seguro al establecer las conexiones sociales mínimas necesarias para el bienestar psicológico, al tiempo que reconoce los límites superiores de la utilización de recursos para las intervenciones de salud mental147. El enfoque equilibrado busca soluciones de salud mental que sean socialmente suficientes y ecológicamente sostenibles146.

La evidencia sugiere que las intervenciones de capital social pueden crear un acceso más equitativo a los recursos de salud mental, abordando el componente “justo” de este marco47. Al desarrollar la capacidad comunitaria y fomentar las conexiones sociales entre los grupos demográficos, dichos enfoques pueden ayudar a reducir las disparidades en la salud mental al tiempo que mejoran el bienestar general de la población412. El capital social contribuye a crear sistemas de salud mental que funcionan dentro de los límites planetarios al tiempo que se garantiza que nadie caiga por debajo de los niveles de umbral de apoyo social necesarios para la salud psicológica146.

La contribución del capital social a la salud mental apoya directamente varios Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, en particular el ODS 3 (Buena Salud y Bienestar)57. Al fomentar las conexiones sociales que protegen contra los trastornos mentales y promueven estados psicológicos positivos, la mejora del capital social contribuye a la meta 3.4, que tiene como objetivo reducir la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles a través de la promoción de la salud mental56.

Los enfoques de capital social para la salud mental promueven el ODS 10 (Reducción de las Desigualdades) al abordar las disparidades en el acceso a los recursos sociales protectores76. Las intervenciones basadas en la comunidad que construyen la confianza y la reciprocidad entre diferentes grupos de población pueden ayudar a reducir el gradiente social en los resultados de salud mental, contribuyendo a sociedades más equitativas74. Estos enfoques apoyan el ODS 11 (Ciudades y Comunidades Sostenibles) al crear entornos sociales inclusivos y resilientes que promueven el bienestar614.

La alineación con múltiples ODS demuestra cómo el capital social representa un punto de apalancamiento para el desarrollo sostenible, donde las intervenciones específicas pueden generar resultados positivos en diversas dimensiones del bienestar humano y planetario76. Desde la perspectiva de la Economía del Donut, estas interconexiones resaltan cómo el fortalecimiento de las bases sociales a través de un mayor capital social contribuye a crear sistemas regenerativos y distributivos que apoyan tanto el florecimiento humano como la sostenibilidad ecológica146.

Fortaleciendo la Base Social para el Bienestar Mental

El examen de la relación entre el capital social y la salud mental a través del lente de la Economía del Donut revela varios hallazgos clave. Evidencia sustancial confirma que varias dimensiones del capital social, en particular los elementos cognitivos como la confianza y los componentes estructurales como la participación social, influyen significativamente en los resultados de salud mental en diversas poblaciones. Si bien la magnitud de los efectos es consistentemente modesta, la relación parece ser robusta en diferentes contextos culturales y grupos demográficos.

El capital social demuestra una importancia particular durante los períodos de crisis, como lo demuestran sus efectos protectores contra el deterioro de la salud mental durante la pandemia de COVID-19. La cohesión social y la reciprocidad preexistentes a nivel individual y comunitario redujeron significativamente el riesgo de depresión, lo que sugiere que el capital social construye la resiliencia psicológica a los factores estresantes externos.

Persisten desafíos significativos para traducir la investigación del capital social en intervenciones efectivas de salud mental. Las inconsistencias conceptuales, la evidencia limitada sobre la efectividad de las intervenciones y las desigualdades estructurales en el acceso al capital social limitan el progreso. A pesar de estos desafíos, existen oportunidades prometedoras para los enfoques basados en la comunidad, la integración del sistema de atención médica y las intervenciones dirigidas a poblaciones vulnerables.

Dentro del marco de la Economía del Donut, el capital social representa un componente crítico de la base social que apoya el bienestar mental respetando los límites planetarios. Al fomentar la confianza, la reciprocidad y la participación social, las comunidades pueden crear “espacios seguros y justos” donde las necesidades de salud mental se satisfacen de manera sostenible. Este enfoque se alinea con múltiples Objetivos de Desarrollo Sostenible, destacando el potencial del capital social como un punto de apalancamiento para resultados de bienestar integrados.

Las direcciones futuras deben centrarse en el desarrollo de medidas estandarizadas de capital social en contextos de salud mental, el diseño y la evaluación de intervenciones con atención a la sostenibilidad a largo plazo y el abordaje de las barreras estructurales para el acceso equitativo al capital social. Al fortalecer las bases sociales que apoyan la salud mental, las sociedades pueden trabajar para crear entornos donde todas las personas tengan la oportunidad de experimentar el bienestar psicológico dentro de los límites ecológicos.

Bibliografía


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