Equidad en Salud: Una Base para Sociedades Sostenibles

La equidad en salud es tanto un imperativo moral como una necesidad práctica para el desarrollo humano sostenible. Se refiere a la ausencia de diferencias evitables o remediables en la salud entre grupos de personas, independientemente de su origen social, económico, demográfico o geográfico1. La comunidad global ha reconocido esto al incorporarlo en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, particularmente en el ODS 3: Salud y Bienestar, con la cobertura universal de salud como un objetivo crucial2.

Dentro del marco de la Economía del Dónut, la salud es uno de los doce fundamentos sociales esenciales, un requisito previo para la participación social y económica dentro de los límites planetarios3. Esto resalta que la equidad en salud no se trata únicamente de la prestación de servicios de salud; es una visión integral del bienestar que abarca el acceso a la atención preventiva y las condiciones ambientales y sociales que fomentan la buena salud. La equidad en salud se cruza con otros fundamentos sociales como la educación, la vivienda y el agua limpia, creando una red de factores interconectados que apoyan o socavan la salud de la población.

La búsqueda de la equidad en salud nos desafía a ir más allá de las métricas tradicionales de atención médica y considerar cómo nuestras elecciones sociales, económicas y ambientales contribuyen o restan valor a garantizar que todos tengan una oportunidad justa de alcanzar su máximo potencial de salud.

Un Cambio Histórico en el Pensamiento de la Salud Pública

El siglo XX fue testigo de una transformación en el pensamiento de la salud pública, pasando de un enfoque en las enfermedades infecciosas y el saneamiento básico a reconocer las persistentes disparidades de salud entre diferentes poblaciones4. La Organización Mundial de la Salud (OMS) desempeñó un papel fundamental, con la Declaración de Alma-Ata de 1978 que proclamaba la salud como un derecho humano fundamental5.

Las décadas siguientes profundizaron nuestra comprensión de las complejas relaciones entre las condiciones sociales, las circunstancias económicas, los factores ambientales y la salud. Los resultados de salud ya no se consideraban únicamente como opciones individuales o acceso a la atención médica, sino como profundamente entrelazados con todo el tejido de la sociedad6. Esto llevó al establecimiento de la Comisión de Determinantes Sociales de la Salud de la OMS en 2005, que cristalizó la comprensión de cómo factores como la educación, los ingresos, la vivienda y las condiciones ambientales influyen profundamente en la salud6. Estos determinantes sociales actúan como las raíces de un árbol, influyendo en las ramas visibles de los resultados de salud.

Esta evolución subraya por qué lograr la equidad en salud requiere un enfoque integral en la actualidad. Hemos pasado de tratar enfermedades a reconocer que la verdadera equidad en salud exige abordar las desigualdades sociales y económicas fundamentales.

Disparidades Persistentes en un Mundo de Progreso

A pesar del progreso significativo en la salud global, persisten disparidades sustanciales tanto dentro como entre países. Estas son evidentes en la esperanza de vida, las tasas de mortalidad materna e infantil y la prevalencia de enfermedades no transmisibles7.

Fuertes Contrastes en la Salud Global

Datos recientes de la OMS revelan fuertes contrastes en los resultados de salud, destacando un patrón profundamente preocupante de desigualdad en la salud global. Por ejemplo, la esperanza de vida al nacer varía de 53,1 años en la República Centroafricana a 84,3 años en Japón8, una brecha de 30 años que representa una generación de oportunidades de vida. Además, las tasas de mortalidad de menores de cinco años son de 74 por cada 1.000 nacidos vivos en países de bajos ingresos en comparación con 5 por cada 1.000 en países de altos ingresos9. Esto significa que los niños en países de bajos ingresos tienen casi 15 veces más probabilidades de morir antes de cumplir cinco años. La disparidad en la salud materna es igualmente marcada. La tasa de mortalidad materna es de 462 por cada 100.000 nacidos vivos en países de bajos ingresos, en comparación con 11 por cada 100.000 en países de altos ingresos10, lo que significa que las mujeres en países de bajos ingresos enfrentan un riesgo de muerte durante el parto que es más de 40 veces mayor.

Estas disparidades también existen dentro de los países, reflejando desigualdades socioeconómicas, diferencias raciales y étnicas, y variaciones geográficas en el acceso a los servicios de salud11.

COVID-19: Una Lupa sobre la Inequidad

La pandemia de COVID-19 sirvió como una poderosa lente, magnificando las inequidades de salud existentes. Las comunidades marginadas, incluidas las minorías raciales y étnicas, las poblaciones de bajos ingresos y las personas con afecciones de salud preexistentes, se vieron afectadas de manera desproporcionada12.

La pandemia expuso cómo los trabajadores esenciales, a menudo de comunidades de bajos ingresos, enfrentaban mayores riesgos de exposición, viviendo a menudo en condiciones de hacinamiento. Aquellos con afecciones preexistentes, a menudo vinculadas a inequidades socioeconómicas a largo plazo, enfrentaban mayores riesgos de enfermedad grave. La pandemia intensificó los patrones existentes, actuando como una prueba de estrés para los sistemas de salud.

Las disparidades se hicieron aún más evidentes durante los esfuerzos de distribución de vacunas. La pandemia destacó la necesidad urgente de sistemas de salud pública robustos y cobertura universal de salud para garantizar un acceso equitativo a los servicios de salud y las vacunas13. Las diferencias en el acceso a la atención médica, la alfabetización digital, el transporte y la flexibilidad laboral crearon barreras para la vacunación para muchos.

El COVID-19 sirvió como catalizador para el cambio, demostrando por qué la cobertura universal de salud es una necesidad práctica para la salud pública. Dejó en claro que la salud individual está vinculada a la salud de la comunidad: ninguno de nosotros está protegido a menos que todos tengan acceso a una atención médica adecuada.

El Poder de los Determinantes Sociales

Los determinantes sociales de la salud (las condiciones en las que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen) actúan como fuerzas poderosas que dan forma a los resultados de salud. La investigación subraya su impacto significativo, con factores como la educación, los ingresos, la vivienda y las condiciones ambientales desempeñando un papel crucial14.

La educación proporciona un ejemplo claro. Un estudio reciente encontró que las personas con menor nivel educativo tienen una esperanza de vida varios años más corta que las personas con mayor educación15. Esto refleja cómo la educación se conecta con las oportunidades laborales, los ingresos, la alfabetización en salud y la capacidad de navegar por sistemas de salud complejos.

Estos determinantes crean “efectos en cascada”. La mala vivienda puede provocar problemas respiratorios, lo que causa la pérdida de días escolares, lo que lleva a un menor rendimiento académico, lo que resulta en perspectivas laborales limitadas y perpetúa el ciclo de inequidad en salud.

Comprender los determinantes sociales nos ayuda a ver por qué las intervenciones médicas tradicionales por sí solas a menudo se quedan cortas. Las mejoras reales requieren abordar las condiciones sociales y ambientales fundamentales que crean el contexto para la salud y la enfermedad.

Tendencias Emergentes que Dan Forma al Futuro

Están surgiendo varias tendencias poderosas que darán forma al panorama futuro de la equidad en salud, presentando tanto desafíos como oportunidades. Los avances tecnológicos están preparados para revolucionar la prestación de atención médica. Las innovaciones como la inteligencia artificial, la telemedicina y la medicina personalizada tienen un inmenso potencial para mejorar los diagnósticos, el tratamiento y la atención general del paciente16. Sin embargo, garantizar un acceso equitativo a estos avances será crucial para evitar una ampliación de las disparidades existentes, donde solo las poblaciones privilegiadas se beneficien de las tecnologías de vanguardia. Al mismo tiempo, el cambio climático está emergiendo como una fuerza significativa que impacta la salud, con el aumento de las temperaturas, los eventos climáticos extremos y los patrones cambiantes de enfermedades que probablemente afecten de manera desproporcionada a las poblaciones vulnerables, exacerbando así las inequidades en salud17. Los impactos del cambio climático, como las enfermedades relacionadas con el calor o la propagación de enfermedades infecciosas, requerirán estrategias de adaptación para proteger a las comunidades más vulnerables.

Además de los cambios tecnológicos y ambientales, los cambios demográficos también están remodelando el futuro de la equidad en salud. Muchos países están experimentando un cambio demográfico significativo hacia el envejecimiento de la población, lo que presenta nuevos desafíos para los sistemas de salud. Garantizar un acceso equitativo a la atención a largo plazo y abordar las necesidades de salud únicas de los adultos mayores será primordial18. Esto incluye proporcionar atención geriátrica especializada, manejar las condiciones crónicas de manera efectiva y apoyar el envejecimiento saludable en el lugar.

La rápida urbanización, particularmente en países de ingresos bajos y medianos, presenta una dualidad compleja de oportunidades y desafíos para la equidad en salud. Si bien los centros urbanos a menudo cuentan con un mejor acceso a los servicios de salud en comparación con las áreas rurales, también pueden asociarse con una mayor exposición a contaminantes ambientales, factores de estilo de vida poco saludables y disparidades socioeconómicas que impactan la salud19. Estas tendencias, en su totalidad, representan tanto desafíos significativos como oportunidades únicas para reimaginar cómo brindamos atención médica y promovemos la equidad en salud en un mundo en evolución. Exigen soluciones innovadoras y políticas proactivas para garantizar que el progreso beneficie a todos los miembros de la sociedad.

Lograr la equidad en salud enfrenta una compleja red de desafíos interconectados que deben abordarse sistemáticamente. Uno de los obstáculos más prominentes es la persistencia de disparidades en el acceso a servicios de salud de calidad. Estas disparidades se manifiestan de diversas formas, incluidas las barreras geográficas que limitan el acceso para quienes se encuentran en áreas remotas, las barreras financieras que hacen que la atención sea inasequible para muchos, y las barreras culturales o lingüísticas que dificultan la comunicación y la comprensión efectivas entre pacientes y proveedores20. Estos problemas de acceso a menudo conducen a una atención retrasada o no recibida, exacerbando los problemas de salud y reforzando las desigualdades.

Más allá del acceso a la atención médica, las desigualdades sociales y económicas más profundas son impulsores significativos de las disparidades en salud. Abordar estas causas fundamentales requiere una acción coordinada en múltiples sectores, incluyendo educación, vivienda y empleo, para crear una sociedad más equitativa en general21. Además, la escasez de personal de salud, particularmente en áreas rurales y desatendidas, representa otro desafío crítico, que obstaculiza el acceso y la calidad de la atención médica22. Sin suficientes profesionales de la salud, las comunidades tienen dificultades para brindar una atención oportuna e integral.

La falta de datos completos y desglosados sobre los resultados de salud y sus determinantes obstaculiza los esfuerzos para identificar y abordar las disparidades de manera efectiva23. Sin información precisa y detallada, se dificulta comprender los matices de las inequidades en salud y adaptar intervenciones que sean realmente efectivas. Estos desafíos interconectados resaltan que lograr la equidad en salud requiere un enfoque multifacético, uno que aborde tanto las necesidades inmediatas de atención médica como los factores sociales más amplios que dan forma a los resultados de salud.

Oportunidades para un Cambio Transformador

A pesar de los importantes desafíos, existen varias oportunidades prometedoras para avanzar en la equidad en salud, que ofrecen un camino hacia un progreso significativo. Una de las más impactantes es la expansión de la cobertura universal de salud. Al implementar una cobertura integral, podemos reducir significativamente las barreras financieras para el acceso a la atención médica y, lo que es más importante, proteger a las personas y familias de las devastadoras consecuencias de los gastos catastróficos en salud24. Esto garantiza que la atención médica se convierta en un derecho fundamental en lugar de un privilegio determinado por el estatus económico.

Además, abordar la compleja red de determinantes sociales de la salud requiere un enfoque colaborativo que trascienda los límites sectoriales tradicionales. La colaboración intersectorial, que reúne la experiencia y los recursos de los sectores de salud, educación, vivienda y medio ambiente, puede tener un impacto poderoso en la equidad en salud25. Por ejemplo, las iniciativas conjuntas entre proveedores de atención médica y autoridades de vivienda pueden abordar los desencadenantes ambientales de enfermedades crónicas dentro de los hogares, mientras que los programas educativos pueden alinearse con los objetivos de salud pública. Además, empoderar a las comunidades para que asuman un papel activo en la toma de decisiones de salud y la implementación de programas puede conducir a intervenciones más efectivas y culturalmente apropiadas26. Las voces locales son cruciales para adaptar los programas a fin de satisfacer necesidades específicas y generar confianza dentro de la comunidad. El auge de las soluciones de salud digital también presenta nuevas y emocionantes posibilidades. Aprovechar las tecnologías digitales puede mejorar el acceso a la atención médica en áreas remotas o desatendidas, mejorar la educación para la salud a través de plataformas innovadoras y facilitar una gestión más eficiente del sistema de salud27.

Adoptar un enfoque de Salud en Todas las Políticas, donde las consideraciones de salud se integran en la formulación de políticas en todos los sectores, puede ayudar a abordar los determinantes más amplios de la salud y promover la equidad en salud28. Esto garantiza que las decisiones en áreas como el transporte, la planificación urbana y la educación se tomen con una comprensión consciente de su impacto potencial en la salud de la población. Cuando estas diversas oportunidades se persiguen de manera reflexiva y en combinación, tienen el potencial de crear un cambio transformador, acercándonos a un futuro en el que la equidad en salud sea una realidad.

Conclusión: La Equidad en Salud en el Dónut

La búsqueda de la equidad en salud es un desafío crucial, que se cruza con la justicia social, el desarrollo sostenible y el bienestar humano. Forma una parte vital de la base social en el modelo de la Economía del Dónut. Las disparidades en los resultados de salud muestran cuán lejos estamos de lograr esta base, pero el camino a seguir ofrece motivos para la esperanza.

Oportunidades como la telemedicina, los trabajadores de salud comunitarios y el enfoque de Salud en Todas las Políticas crean un conjunto de herramientas integral para abordar las inequidades. Sin embargo, la equidad en salud no se puede lograr de forma aislada. Desafíos como el cambio climático y la urbanización demuestran cuán entrelazada está la salud con otros factores sociales y ambientales.

Esto nos lleva de vuelta al principio fundamental de la Economía del Dónut: satisfacer las necesidades de todos dentro de los límites ecológicos de nuestro planeta. No podemos lograr una verdadera equidad en salud sin abordar los determinantes sociales o proteger los sistemas ambientales.

Avanzar significa aceptar esta complejidad y trabajar en todos los sectores para crear soluciones integradas. Necesitamos enfoques que aborden las necesidades inmediatas de atención médica mientras construimos resiliencia a largo plazo. Al ver la equidad en salud a través del lente de la Economía del Dónut, obtenemos una comprensión más clara de los desafíos y oportunidades. Este marco nos recuerda que lograr la equidad en salud no se trata solo de brindar atención médica, se trata de crear un mundo donde todos puedan prosperar mientras se preservan los sistemas ecológicos que hacen posible la salud humana.

Bibliografía